Instalado el verano y el buen tiempo en casi toda España, llega el momento de sentarse en una terraza y pedir una bebida refrescante.
Mucho hielo y una reconfortante bebida en el vaso hacen de nuestra estancia un verdadero placer.
Es el placer de las pequeñas cosas.
Conversamos.
Y entre risas y silencios, observamos a los que nos rodean, como hablan y gesticulan al tiempo que agitan los vasos y suena el tintineo de los hielos para exprimir el líquido de su bebida y dar un último sorbo.
El niño que llora.
La paloma que se acerca a comer los pocos restos del aperitivo que a alguien le han caído al suelo.
Y miramos a la paloma...
Y después al cielo, al mar y nos relajamos.
¡Buen verano!